Los
deportistas y atletas de resistencia conocen esta sensación. Cuando
salen a correr o con la bici durante un largo trayecto, los músculos
comienzan a sentirse mucho más pesados a medida que llegas al límite
marcado en tu entrenamiento. Aunque es normal que tus músculos se cansen
más a medida que pasa el tiempo, a veces sientes como si tu
cerebro te tratara de convencer de que no puedes ir más allá de la
distancia que tenías pensada para el entrenamiento.
Investigadores de la Universidad de Zúrich han descubierto que hay un mecanismo de válvula de control en el cerebro que en realidad disminuye el rendimiento muscular y envía señales crecientes de fatiga a tu mente, como medida de protección de sobrecarga del cuerpo.
Tradicionalmente, la fatiga se consideraba una ruptura de la estabilidad bioquímica con la acumulación de ácido láctico o el agotamiento de glucógeno. Sin embargo, una investigación en los años 80 mostró que esta ruptura no siempre ocurre y que los atletas eran todavía capaces de seguir adelante al final de una carrera a pesar de que deberían estar agotados físicamente.
Después apareció una nueva teoría del cerebro como “ordenador central”. Como si fuera una luz de avería del coche, el cerebro calcula el tiempo de agotamiento físico total basado en el ritmo y la realimentación de señales del cuerpo. Cuando siente que no llegarás a la meta marcada, comienza a disminuir la alimentación del músculo y envía mensajes a tu cerebro consciente de que es hora de abandonar.
Liderados por neuropsicólogo Kai Lutz, el equipo de Zúrich ha concluido tres experimentos diferentes, pero relacionados entre sí y que unen todo el proceso de ejercicio. En primer lugar, se preguntaban si podría “esconderse” la información del agotamiento que va de los músculos al cerebro, mediante el bloqueo de las señales de advertencia. Se tomó a un grupo de voluntarios, que llevaron a cabo un ejercicio de contracción de los músculos del muslo hasta que no pudieron continuar. Luego, anestesiando la médula espinal, fueron capaces de bloquear todos los mensajes desde el muslo hasta la corteza motora primaria, el área de control del movimiento del cerebro. Como se había predicho, los atletas fueron capaces de realizar significativamente más contracciones una vez que su cerebro no estaba monitorizando su fatiga.
Claro que, saber exactamente en qué parte del cerebro se reciben estas señales sería más útil para la investigación futura, por lo que el equipo de Lutz, con la ayuda de Urs Boutellier del Instituto de Ciencias del Movimiento Humano y el Deporte de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zurich), utilizó imágenes de Resonancia Magnética Funcional (fMRI) para delimitar la ubicación. Mientras los atletas realizaban ejercicios extenuantes, las resonancias de sus cerebros mostraron poco antes de la fatiga una mayor actividad en el tálamo y la corteza insular. Ambas zonas del cerebro son las que analizan la información y que también nos tratan de proteger y alertar de amenazas externas, como el dolor y el hambre.
Para localizar la fuente exacta de las señales de fatiga, un tercer experimento, llevado a cabo por Lea Hilty como parte de su tesis doctoral, se ha publicado ahora en el European Journal of Neuroscience. Por medio de un ejercicio con bicicleta con 16 voluntarios, se dio cuenta de la comunicación que había entre la corteza insular y el área motora primaria, y que se incrementaba a medida que la fatiga de los ciclistas aumentaba.
Esto puede considerarse como una evidencia de que el sistema neuronal no solamente informa al cerebro, sino que en realidad también tiene un efecto regulador sobre la actividad motora.
Ahora, sabiendo esta vía de comunicación específica, los investigadores de ciencias del deporte esperan ser capaces de desarrollar nuevos regímenes de entrenamiento que pueden influir en este proceso para obtener mejores resultados. Según Lutz, “los hallazgos son un paso importante para descubrir la función que desempeña el cerebro en la fatiga muscular. En base a estos estudios, no sólo será posible desarrollar estrategias para optimizar el rendimiento muscular, sino también investigar específicamente las razones por las que se reduce el rendimiento muscular en diversas enfermedades”.
Esta investigación puede dar un nuevo significado a la “power song” en nuestros iPods cuando estamos corriendo ya sin una gota de energía, y aún nos queda para llegar a la línea de meta…
Investigadores de la Universidad de Zúrich han descubierto que hay un mecanismo de válvula de control en el cerebro que en realidad disminuye el rendimiento muscular y envía señales crecientes de fatiga a tu mente, como medida de protección de sobrecarga del cuerpo.
Tradicionalmente, la fatiga se consideraba una ruptura de la estabilidad bioquímica con la acumulación de ácido láctico o el agotamiento de glucógeno. Sin embargo, una investigación en los años 80 mostró que esta ruptura no siempre ocurre y que los atletas eran todavía capaces de seguir adelante al final de una carrera a pesar de que deberían estar agotados físicamente.
Después apareció una nueva teoría del cerebro como “ordenador central”. Como si fuera una luz de avería del coche, el cerebro calcula el tiempo de agotamiento físico total basado en el ritmo y la realimentación de señales del cuerpo. Cuando siente que no llegarás a la meta marcada, comienza a disminuir la alimentación del músculo y envía mensajes a tu cerebro consciente de que es hora de abandonar.
Liderados por neuropsicólogo Kai Lutz, el equipo de Zúrich ha concluido tres experimentos diferentes, pero relacionados entre sí y que unen todo el proceso de ejercicio. En primer lugar, se preguntaban si podría “esconderse” la información del agotamiento que va de los músculos al cerebro, mediante el bloqueo de las señales de advertencia. Se tomó a un grupo de voluntarios, que llevaron a cabo un ejercicio de contracción de los músculos del muslo hasta que no pudieron continuar. Luego, anestesiando la médula espinal, fueron capaces de bloquear todos los mensajes desde el muslo hasta la corteza motora primaria, el área de control del movimiento del cerebro. Como se había predicho, los atletas fueron capaces de realizar significativamente más contracciones una vez que su cerebro no estaba monitorizando su fatiga.
Claro que, saber exactamente en qué parte del cerebro se reciben estas señales sería más útil para la investigación futura, por lo que el equipo de Lutz, con la ayuda de Urs Boutellier del Instituto de Ciencias del Movimiento Humano y el Deporte de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zurich), utilizó imágenes de Resonancia Magnética Funcional (fMRI) para delimitar la ubicación. Mientras los atletas realizaban ejercicios extenuantes, las resonancias de sus cerebros mostraron poco antes de la fatiga una mayor actividad en el tálamo y la corteza insular. Ambas zonas del cerebro son las que analizan la información y que también nos tratan de proteger y alertar de amenazas externas, como el dolor y el hambre.
Para localizar la fuente exacta de las señales de fatiga, un tercer experimento, llevado a cabo por Lea Hilty como parte de su tesis doctoral, se ha publicado ahora en el European Journal of Neuroscience. Por medio de un ejercicio con bicicleta con 16 voluntarios, se dio cuenta de la comunicación que había entre la corteza insular y el área motora primaria, y que se incrementaba a medida que la fatiga de los ciclistas aumentaba.
Esto puede considerarse como una evidencia de que el sistema neuronal no solamente informa al cerebro, sino que en realidad también tiene un efecto regulador sobre la actividad motora.
Ahora, sabiendo esta vía de comunicación específica, los investigadores de ciencias del deporte esperan ser capaces de desarrollar nuevos regímenes de entrenamiento que pueden influir en este proceso para obtener mejores resultados. Según Lutz, “los hallazgos son un paso importante para descubrir la función que desempeña el cerebro en la fatiga muscular. En base a estos estudios, no sólo será posible desarrollar estrategias para optimizar el rendimiento muscular, sino también investigar específicamente las razones por las que se reduce el rendimiento muscular en diversas enfermedades”.
Esta investigación puede dar un nuevo significado a la “power song” en nuestros iPods cuando estamos corriendo ya sin una gota de energía, y aún nos queda para llegar a la línea de meta…