Trauma
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Traumatología ¿Deportiva?
Es discutible la conveniencia del término Traumatología del Deporte por la reacción que despierta en algunos colegas. Desde nuestro punto de vista, resulta acertado y vamos a tratar de explicarlo. Los traumatólogos se forman en los servicios docentes de los hospitales sobre un programa común que abarca todos los aspectos de la especialidad, como es lógico. Otra cosa es que el devenir profesional nos conduzca a una superespecialización para poder dominar los avances técnicos con una precisión que sería inalcanzable para un individuo en todos los campos de la Cirugía Ortopédica y Traumatología. Por esto, nadie discute que haya cirujanos dedicados a la cirugía de columna, la microcirugía o la sustitución protésica. Sí que parecen herirse, en cambio, algunas susceptibilidades cuando hablamos de Traumatología Deportiva, quizá por las connotaciones mediáticas de la actividad, más concretamente por la condición popular de muchos de los pacientes. Creemos que no tiene razón de ser esa mirada de reojo y que tanto sentido tiene hablar de Traumatología del Deporte, si se trata de aplicar los conocimientos de la especialidad a las condiciones específicas de un paciente deportista, como de Pediatría si se trata de que la Medicina General se aplique a las condiciones particulares de un paciente-niño.
Es claro que desde el punto de vista de la traumatología la técnica para operar un ligamento cruzado anterior, por ejemplo, no varía sea cual sea la condición del paciente, pero si que pueden variar muchos aspectos médicos en la contemplación de la lesión, desde el pronóstico o la indicación quirúrgica hasta las pautas de rehabilitación o los períodos de recuperación si contamos con un paciente colaborador, acostumbrado a la disciplina deportiva y con una gran necesidad de recuperación, incluso para condiciones de exigencia muy altas. Una señora de sesenta años puede tolerar una pequeña inestabilidad por la rotura del ligamento pero un jugador de baloncesto no podría mantener el nivel de competición sin ser intervenido.
También las pautas de tratamiento en lesiones menos importantes o que no requieran intervención quirúrgica son mucho más agresivas y requieren el dominio de sistemas de tratamiento especiales en el caso del deporte. Una rotura de gemelos en un ejecutivo se aborda con mucha tranquilidad y paciencia, dejando a la naturaleza la responsabilidad de la recuperación. En el deportista de competición, ayudamos con todos los medios a nuestra disposición para acelerar el proceso natural.
No puede ser, por tanto, que el traumatólogo dedicado al deporte tenga la misma mentalidad o mantenga los mismos criterios que el que presta su atención en un ambulatorio o en un hospital general. Esa perspectiva diferente le estimula en la búsqueda de tratamientos adaptados a su actividad profesional, con independencia de que, en casos puntuales, requiera la colaboración de los colegas que se dedican a otros campos de la especialidad, como un cirujano de mano si un portero de balonmano se ha roto el tendón flexor del primer dedo o el de un cirujano de columna si un remero padece una hernia de disco. Si aceptamos con naturalidad lo que la demanda de los pacientes ha establecido, quizá podríamos avanzar incluyendo en los programas de formación de especialistas en traumatología, temas y prácticas complementarios orientados a la atención del deporte.
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